Más que meros instrumentadores de programas,
los docentes son profesionales reflexivos, como ya han apuntado diversos autores.
La docencia enfrenta la paradoja de que sus resultados se ubican en la esfera
de otro sujeto, es decir, un buen docente se identifica a partir de los
aprendizajes de sus alumnos, pero son ellos, y sólo ellos, los que aprenden. No
se puede aprender por otros: nos educamos juntos mediados por el mundo
compartido, pero nadie educa a nadie como decía Freire. En este sentido, la
docencia estará caracterizada por crear el ambiente, ese mundo, de significados
compartidos; escenarios en los que se apoye, facilite y medie la construcción
de quien aprende, siempre entendiendo el aprendizaje como una resignificación
social. Y he aquí el componente artístico de la docencia: es un poco de técnica
pero mucho de inspiración para recrear esos mundos posibles a los que se
refería Jerome Bruner, en contextos específicos casi siempre matizados por la
incertidumbre. “En el arte las ideas son comprobadas en la forma por la
práctica. La exploración y la interpretación conducen a una revisión y a una
acomodación de ideas y de práctica. La buena enseñanza, no es un mecanismo que
funciona rutinariamente o de una gestión regida por la manera costumbre. Parte
de estos elementos son los que hacen de la docencia una profesión tan
fascinante como compleja, que trasciende el mero hecho de dar clases, para
crear, junto con otros, todo un ecosistema de relaciones pedagógicas y humanas
que, en algún momento, buscan transformar nuestro mundo en un mejor lugar para
los descendientes de nuestros hijos. Ya se hablo de la labor docente y su trabajo;
el aprendizaje independiente fomenta el estudiante auto-didacta, crítico y
reflexivo, preocupado por su entorno y sus comunidades.
Las
competencias docentes; un modelo que obliga a cuestionarse alrededor de
la pertinencia de los procesos educativos. Invita a la educación a repensar al
sujeto de aprendizaje como un agente transformador de la realidad, convoca al
cuerpo docente a una reflexión y los llama a adaptarse a sus estudiantes, a sus
procesos intelectivos, a sus preconceptos derivados de la experiencia y a sus
aptitudes y no pretender aun cuando pareciera sencillo, que los estudiantes se
adapten a sus docentes, pues finalmente son ellos los facilitadores.
El programa de formación y actualización docente en la educación
media superior, se deben desarrollar: competencias genéricas y sus respectivos
atributos.
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